domingo, 29 de marzo de 2015

Los impecables

Para Teresa Duarte, una mujer de izquierdas y buena voluntad

En el Diario Público se ha publicado un artículo firmado por Pablo Pascual González, que se define como Miembro del Comité de Solidaridad con América Latina de Asturies www.cosal.es, en el que se reprocha a los medios de comunicación españoles “desacreditar a la democracia venezolana”. En concreto, “la desigual atención y el trato diferenciado que la prensa española presta a Venezuela respecto a otros países de América Latina”. Según el autor, “a diario se producen violaciones de los derechos humanos, torturas, desapariciones, asesinatos, que no merecen ninguna reseña en la prensa, mientras se llenan páginas enteras con mentiras continuas y descaradas contra el país de Bolívar

Enumera los numerosos casos de México donde  se han multiplicado los asesinatos cometidos por autoridades públicas o con su anuencia sin que EL PAIS se hiciera eco de ellas y de las críticas internacionales al gobierno mexicano por la impunidad de las violaciones de los derechos humanos. Es cierto que EL PAIS no se hace eco, en la edición española, de cada uno de esos episodios, pero no lo es que EL PAIS no se ocupe de la cuestión. Y es una indecencia exigir a EL PAIS que no se haga eco de que el clima económico de México ha mejorado en la última década y que las inversiones extranjeras han permitido al gran país norteamericano crecer económicamente y sacar a muchas personas de la pobreza.

La primera inmoralidad del artículo es exigir de los medios de comunicación la presentación de un país exclusivamente a partir de sus problemas más graves. Si esa fuera la regla moralmente aceptable, de Colombia sólo habríamos oído hablar por su elevado nivel de muertos y desplazados causados por la guerrilla y el ejército en su lucha – a menudo con medios ilícitos – contra la primera. De ahí a decir que las medidas económicas adoptadas por el gobierno de México para favorecer el crecimiento económico son equivalentes a la tortura o el asesinato solo hay un paso que el autor da, naturalmente. Así el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que ha permitido a México multiplicar sus exportaciones a EE.UU, o la privatización parcial de PEMEX, una medida exigida por todos los que saben algo de Economía para permitir a México aprovechar eficientemente sus recursos petrolíferos se presentan como medidas comparables a los excesos y delitos – amparados por elementos del Estado mexicano – que se cometen todos los días en México:
Claro, cómo no: México está postrado ante el vecino del Norte y, desde 1994, sufre las consecuencias de haber firmado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Además, acaba de privatizar PEMEX. El expolio de los recursos, el saqueo al pueblo mexicano y la impunidad del terrorismo de Estado van de la mano y se entienden a la perfección.
Si el reproche al Gobierno mexicano por no hacer bastante para limpiar el Estado de delincuentes está justificado, las acusaciones semejantes contra el gobierno de Colombia, Chile o Argentina son completamente disparatadas. Pero el reproche al Estado mexicano es injusto por desproporcionado. El Gobierno de México no ha suprimido a la oposición y las noticias sobre las violaciones de los derechos humanos llenan la prensa y los medios de comunicación en México. Es más, las que afectan personalmente al Presidente respecto a la corrupción han llenado las portadas de los medios nacionales e internacionales.

Es la técnica, tan propia de una parte de la izquierda, de igualar a todo el mundo porque nadie es perfecto y porque no podemos hablar de todo al mismo tiempo: si no denuncias todas las violaciones de los derechos humanos en todos sitios, todo el tiempo y con la misma energía, no estás legitimado para denunciar ninguna. Porque estás empleando “dos varas de medir”. Esta retorcida e indecente forma de argumentar es la que sirvió a los nacionalistas en el País Vasco para mirar hacia otro lado cuando ETA cometía asesinatos casi cada día. No se podían condenar los asesinatos si no se condenaba con igual vigor los excesos de la policía o los límites a las pretensiones independentistas. Pero la indecencia es mayor si se tiene en cuenta que Venezuela duplicaba – ya en 2012 y la situación ha ido a peor en Venezuela y mejor en Mexico – la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes de México. No tenemos ni idea de la participación de la policía venezolana en esos asesinatos. Sí que sabemos de la participación de la policía mexicana porque en México hay una libertad de expresión y de prensa que ya quisieran para sí los venezolanos. Y la tasa de impunidad es comparable: supera en ambos casos el 90 %. ¿Hay que recordar que el gobierno venezolano prohibió a la prensa sacar fotos de los asesinatos?

Pero la inmoralidad del artículo del Diario Público va in crescendo cuando, ante la reacción generalizada de crítica al gobierno venezolano por detener y encarcelar sin juicio a dos líderes de la oposición, se denosta a uno de estos líderes porque, al parecer, participó en la represión de un motín carcelario en 1992. Compárese lo que dice el autor del artículo con lo que dijo el Papa Francisco cuando le preguntaron por el obispo detenido cuando estaba tratando de llevar dinero de origen dudoso a Suiza. Dice el autor que
En pleno carnaval de 2015, la prensa española intentó disfrazar la realidad, para presentar como un demócrata injustamente perseguido a Antonio Ledezma, por su admitida participación en el complot golpista recientemente descubierto. Ledezma, también conocido como el Vampiro, es cómplice confeso de la operación golpista autodenominada La Salida, entre febrero y junio de 2014 y del intento fallido de resucitarla en este año, partícipe del golpe de estado de 2002, entre otros hechos por los que nunca fue procesado. Su prolijo prontuario criminal es tan antiguo como la impunidad absoluta de la que siempre gozó. Hasta ahora.
Obsérvese que, con independencia de lo que hubiera hecho el Sr. Ledezma cuando fue Gobernador, la detención y encarcelamiento no traen causa de esos hechos, ocurridos hace más de veinte años. Se le ha encarcelado por haber participado presuntamente en un intento de golpe de Estado que habría tenido lugar hace apenas unas semanas. Siendo un representante electo – es Alcalde de Caracas – la protección frente a la detención debería ser máxima y las medidas cautelares tales como la prohibición de abandonar el país, suficientes para que pueda proseguir la investigación. Pero es que el gobierno venezolano no tiene ninguna credibilidad – salvo para los autores de este tipo de artículos – respecto de los presuntos intentos de golpes de estado que se suceden casi semanalmente en Venezuela. No hay que recordar cómo el Gobierno venezolano falsificó pruebas para acusar a un empresario de uno de estos montajes. Al estilo del gobierno turco en el caso de los generales y de los de cualquier dictadura cuando no se limitan a hacer “desaparecer” a sus opositores políticos.

En relación con Leopoldo López, la posición del autor del artículo es todavía más repugnante moralmente. Como López es joven y no tiene pasado, el autor – prácticamente – se ríe de una persona que lleva más de un año en la cárcel acusada sin pruebas de haber instigado a “delinquir, daño e incendio de edificación pública, asociación para delinquir y financiación del terrorismo”. Obsérvese que no son delitos “de propia mano”. Maduro no puede acusar a López de haber matado o robado a nadie y tiene que recurrir a delitos “contra el orden público”. La misma izquierda que ha criticado al Tribunal Supremo por condenar a los violentos que amenazaron a los parlamentarios catalanes da por buenas las acusaciones de Maduro contra un opositor político al que no se le conoce ningún acto violento.

La burla del autor consiste en denunciar que las condiciones de la prisión en la que se encuentra López no son tan malas como se ha reflejado, a menudo, en la prensa. Suponemos que el autor ha estado por allí. Yo no he estado nunca en un calabozo pero tengo amigos y conocidos que han pasado un fin de semana en uno de ellos en las, por comparación, “magníficas instalaciones” españolas y la experiencia ha sido terrible a pesar de haber sido tratados con respeto y consideración. Trivializar el paso por la cárcel y minimizar el sufrimiento que supone pasar un año en una de un país que se caracteriza por tener unas cárceles inhumanas y, según el propio López, seis meses de los cuales en régimen de aislamiento,  es repugnante moralmente porque infringe la regla de oro de la moralidad: no hagas ni desees para otros lo que no querrías que otros hicieran contigo. Como no creo que el autor del artículo esté dispuesto a que le metan en una cárcel bolivariana por haber protestado públicamente contra el Gobierno, no queda más remedio que calificar sus afirmaciones de inmorales. Pero la  cosa es peor. El autor dice
Precisamente el pasado 18 de febrero, CNN emitió una entrevista telefónica con Leopoldo López en la que denunciaba una vez más que estaba incomunicado. Lo curioso es que la llamada la hacía él mismo, desde su propio teléfono móvil, lo cual como mínimo provoca estupor. Cualquiera puede introducir su nombre en Google y comprobará la cantidad de entrevistas que concede este individuo.
Bueno, pues resulta que en el video de la CNN, el presentador dice con rotundidad que la llamada telefónica tuvo lugar desde un teléfono público de la cárcel, no un teléfono particular de López y explica, previamente, las acusaciones que se dirigen contra López como claros delitos de opinión: haber dado un discurso que habría incitado a la violencia. Como el discurso se retransmitió, cualquiera puede comprobar que ningún país en el que se respete el imperio de la Ley y los derechos de los individuos habría encarcelado a López. Cualquier persona decente vería a López como una víctima de un gobierno represor. Maduro ha dicho estar dispuesto a intercambiar a López por un portorriqueño detenido en EE.UU lo que desvela que ha sido su decisión la que ha llevado a López a la cárcel en primer lugar. En la misma entrevista, que el autor del artículo no ha escuchado, López explica en qué términos estaba aislado y por qué, como dijo su mujer, podía hacer ejercicio cuando se le sacaba a un patio todas las mañanas durante una hora.

El artículo termina defendiendo los logros sociales de Chavez. No vamos a discutir que Venezuela ha tenido unos gobiernos deleznables históricamente. Pero aducir que en Venezuela no se pasa hambre comparándolo con los países más pobres (únicos en los que se pasa hambre) cuando dispone de las mayores reservas petrolíferas del mundo y éstas están en manos del Estado, es pretender que los lectores son imbéciles. Como lo es ocultar que el régimen venezolano es uno de los más corruptos del mundo – y lo ocurrido con el banco andorrano lo pone de manifiesto – y que los principales beneficiados de la bonanza petrolera han sido los “clientes” y próximos a Chavez.

Y, en fin, igualmente repugnante es acusar a Krauze de haber dicho de Maduro que ha dilapidado “los recursos del país en políticas sociales” y llamarle “ruin y mal bicho”. Por supuesto que Krauze no decía tal cosa en el artículo de EL PAIS. Decía que el gobierno bolivariano había salvado a la dictadura de los hermanos Castro en Cuba una vez que éstos perdieron el apoyo y las subvenciones de la Unión Soviética. Un análisis tan elemental como compartido. Al autor no le preocupa que los médicos y personal cubano en Venezuela no se lleven ni el 5 % de lo que el gobierno venezolano paga o que los cubanos sigan viviendo en un régimen dictatorial que les niega los más elementales derechos.

Este tipo de sujetos publica en este tipo de diarios y vota a Podemos. Por eso, no hay que cansarse de denunciarlos. Debe entristecernos que en España haya mucha gente que vote a un partido que apoya al gobierno de Maduro porque los venezolanos, como decía Adam Smith, son parientes nuestros y sentimos de forma mucho más intensa sus tribulaciones que las de otras personas más alejadas histórica y geográficamente de España. No hay equidistancia. Hay prójimos más próximos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado Prof. Alfaro,

Gracias por dedicar tu tiempo a analizar la noticia "La disociación psicótica de la prensa española respecto a Venezuela". Estando de acuerdo en aspectos relativos a la justicia, sigo viendo la realidad latinoamericana y española desde otro prisma.

Siempre encantada de leerte y tenemos un café pendiente en Madrid.

Gracias.
Teresa Duarte.

Anónimo dijo...

Yo voy a ser sincero.Me parece indecente el artículo,Teresa Duarte.

¿Sigues viendo la realidad latinoamericana y española diferente? Yo solamente puedo ver de una manera que no se respeten los derechos humanos más básicos... impresentable

Usted tiene suerte de vivir en un país donde se puede escribir un artículo deleznable e indecente. Hay libertad de expresión incluso para verter opiniones ofensivas.

En Venezuela yo no podría haber escrito un artículo en contra del gobierno venezolano.Entérese.

Un saludo

Miguel

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